
En otras épocas el anuncio de una enfermedad contagiosa y letal siempre despertó inmediatamente el pánico – y con razón - entre la gente desprevenida. Hoy esta respuesta es ligeramente diferente, pues la urgencia de los poderosos por convertir cualquier emergencia en un buen negocio les obliga a añadir un elemento adicional al miedo: la confusión. Para incrementar las ventas de lo que sea y el control político sobre la gente, no basta con que ésta se encuentre aterrorizada: además debe estar desorientada al punto de la parálisis.Por eso en tiempos de crisis real o imaginaria de la sociedad capitalista, la capacidad de los explotados para comunicarse entre sí es vital.
Es en estos momentos cuando se pueden percibir más claramente los límites de las diversas formas de “contra-información”. Concretamente, además del teléfono y de algunos impresos de escasa circulación, el correo electrónico y los foros públicos en internet son los únicos medios de comunicación que nosotros, los desposeídos de la tierra, podemos todavía controlar más o menos a nuestro antojo. Por eso debemos cuidarlos, dándoles un uso que nos ayude a orientarnos mejor.Una vez que los medios comenzaron a informar sobre la peste, era cuestión de horas para que la internet se llenara de extrañas versiones sobre el origen y la naturaleza del mal, sobre su carácter ficticio o su espantosa realidad, sobre su pertinencia política y económica, etc. Así, la gripe porcina es al mismo tiempo el azote de Jehová y la coartada de Calderón, el corolario lógico de la industria pecuaria y la jugada maestra de Donald Rumsfeld, la confirmación del peor delirio conspiranoico y un bluff del que nadie se acordará en seis meses más...Para algunos esta alucinante profusión de verdades definitivas y contradictorias es la prueba de que vivimos en la plenitud de la democracia informativa, donde todos podemos decir lo que se nos venga en gana porque el orden público nos ha garantizado el Derecho a hacerlo.En realidad, todo esto demuestra que en nuestra miserable existencia de explotados y oprimidos, estamos tocando fondo: no sólo estamos impedidos de decidir de qué está hecha nuestra vida personal y colectiva, sino que además nos hemos vuelto incapaces de saber qué sucede a nuestro alrededor.
Desde hace mucho tiempo el mundo no nos pertenece y ni siquiera nos pertenecen nuestras vidas, pero nunca antes el mundo había sido un lugar tan opaco e indescifrable, un sitio en el que no podemos saber nunca a ciencia cierta qué está pasando. Hoy día, ¿quién sabe con certeza hasta qué punto nuestra vida depende o no de una sórdida maniobra ejecutada por miserables hombres de negocios?Difícilmente la confusión se va a detener en este punto.500 mil ciudadanos del orden capitalista se encuentran montados en aviones comerciales a cada minuto del día y de la noche, haciendo inevitable la propagación del virus H1N1, en caso de que realmente ése sea el problema.Mientras tanto, 210 mil millones de mails se envían diariamente en todo el mundo, y crece a toda velocidad el número de ellos dedicados a “demostrar” que la última peste negra es cierta o falsa, según sea la preferencia del usuario.
Esto hace inevitable la profundización del desorden mental, del miedo o de esa indiferencia patológica que termina siendo la única defensa del individuo frente a una realidad que parece desintegrarse bajo sus narices.Hay gente que lleva años sin ver televisión y que trata de no levantar la vista del suelo mientras camina por la calle. Es gente que odia recibir mensajes publicitarios de cualquier tipo, o llamamientos a esto o lo otro, vengan de donde vengan. No prestan atención. Sólo escuchan y hablan con personas, porque sólo en la conversación sus ideas y emociones se pueden transformar a partir de una interacción humana real, viviente.
Tarde o temprano una persona sana se harta de que le digan lo que tiene que pensar, qué debe sentir, a quién debe creerle y de quién debe desconfiar, cómo debe verse a sí misma y qué es lo que tiene que desear y hacer. Sin embargo, no importa lo que uno haga, viviendo bajo el capitalismo uno siempre está expuesto a recibir órdenes o recomendaciones imperiosas provenientes de empresas, organismos estatales, agrupaciones políticas y religiosas, anónimos “blogs” y “colectivos”, hombres y mujeres de buen corazón, seres desesperados...Esta verborrea insensata sólo empeora las cosas.
El intercambio de información por medios electrónicos debe servir para que tengamos, dentro de lo posible, una percepción más coherente y lúcida del mundo. Tener un mínimo de orientación sirve para sentirse más seguro; sentirse seguro es un antídoto contra el miedo y lo hace a uno menos susceptible a la manipulación.Internet puede ser un arma, y debemos utilizarla con inteligencia si no queremos que se vuelva contra nosotros, así como hemos dejado que los demás medios de comunicación se conviertan en armas que los ricos y poderosos usan para mantenernos confundidos y sumisos.Basta ya de hacer declamaciones grandilocuentes, queriendo hacer parecer en nuestros mails que acabamos de descubrir la verdad definitiva, y que los demás deben actuar de acuerdo con nuestra visión. ¿No bastaría con enumerar y ordenar los hechos conocidos, tratando de orientar a los demás, sin más ambición que ayudar a hacer retroceder el miedo y la estupidez?*Algunos hechos *La gripe existe: todos lo sabemos por experiencia propia.Diversos virus causantes de gripe afectan a humanos y animales, y en ocasiones mutan pasando de unos a otros.Las condiciones de insalubridad facilitan la aparición y propagación de infecciones, así como la mutación de los virus que las provocan.La insalubridad generalizada resultante de la primera guerra mundial propició la pandemia de «gripe española», que enfermó a la mitad de la población mundial y mató al 5% de ella.Podemos mencionar al menos cuatro factores que han facilitado la aparición y diseminación de infecciones virales cada vez más peligrosas, en los últimos 50 años:- El desarrollo de la industria pecuaria- La fabricación de armas biológicas con fines militares- La expansión de la industria farmacéutica y de biotecnologías- El empeoramiento de las condiciones de vida de las poblaciones explotadas, hacinadas y estresadas en enormes ciudades.Estos son hechos reconocidos por todo el mundo, y se dan dentro de un marco general que podemos describir como el gran caos capitalista.Este es un sistema al que es inútil tratar de atribuirle alguna coherencia, porque no la tiene, excepto por la coherencia con que busca perpetuarse a costa de la vida en este planeta.
Limitémonos por ahora a describir las fuerzas motrices que lo mantienen funcionando: la preservación de la propiedad privada, la extracción de valor del trabajo vivo, el incremento ilimitado del lucro mediante la producción y compraventa de mercancías. Todo lo demás en este mundo existe o deja de existir en función de estas realidades básicas, que dan forma a lo que llamamos «capitalismo».Cuando el gobierno de EEUU empezó a bombardear en secreto a Cuba con bacterias y virus letales en 1961, lo hizo para asegurar el funcionamiento del capitalismo privado occidental. Cuando el gobierno cubano denunció en foros internacionales esos ataques biológicos, lo hizo para asegurar el funcionamiento del capitalismo de Estado en Cuba. Ambos capitalismos han funcionado, pese a todo, y los ataques biológicos sobre la isla han continuado por más de 40 años, favoreciendo toda clase de mutaciones virales no sólo en el Caribe, sino por todo el mundo.Tanto la pandemia de gripe que se extendió desde China hacia el resto del mundo en 1957, como la epidemia que infectó a medio millón de personas en Hong Kong en 1968, se explican porque en esos años hubo un importante desarrollo de la industria avícola en China meridional, y un notable incremento en la rapidez de los transportes y vuelos internacionales. Ambos son aspectos inseparables de la expansión capitalista de post-guerra, tanto en su variante privada como en la estatal.
Tanto en 1957 como en 1970 el contagio pasó a Estados Unidos, donde mató a miles de personas, gracias al transporte de tropas que habían estado haciendo la guerra, primero en Corea y luego en Vietnam, a fin de incrementar las ganancias de la industria armamentística occidental.En 1965 en EEUU había 53 millones de cerdos repartidos en un millón de granjas. Hoy existen más de 65 millones de cerdos en apenas 65 mil instalaciones. Este infernal hacinamiento, con todas sus nocividades sanitarias, no responde a otra cosa que a la necesidad de concentrar los capitales para favorecer el incremento de las ganancias.En 1998 en Carolina del Norte estalló una epidemia de gripe letal entre cerdos de criadero. Entonces se descubrió que el virus causante había entrado en un proceso de mutaciones aceleradas, que podía tener derivaciones impredecibles. La ONU tomó nota de esta amenaza más de una vez, transmitiéndole su «preocupación» a los jefes de la OMS, sin que ello resultara en ninguna medida de prevención ni control. ¿Apelando a qué criterio iban a impedir o siquiera a limitar el derecho de la empresa privada a producir lo que sea y como sea para asegurar sus ganancias? ¿Al criterio de la salud humana?A mediados del 2006 se comprobó el primer caso de trasmisión entre humanos de la gripe proveniente de las aves, debido a una recombinación viral. Desde entonces se han hecho numerosas advertencias en el sentido de que tal recombinación inevitablemente vuelva a darse, por la extensión cada vez mayor del mal entre animales de criadero y entre personas. Las previsiones son oscuras si se considera que la pandemia de 1918 tuvo una tasa de mortalidad del 2,5%, mientras que los recientes brotes gripales tienen una mortalidad treinta veces más alta.Justo un año antes del brote de gripe en México, un informe del Pew Research Center sobre la producción en granjas industriales, advertía: “la continua circulación de virus en las enormes concentraciones animales puede incrementar las oportunidades de aparición de nuevos virus, debido a mutaciones o recombinaciones que podrían generar virus más eficientes en la transmisión entre humanos”.
La comisión alertó también de que el uso indiscriminado de antibióticos en las factorías porcinas estaba propiciando el auge de infecciones estafílocóquicas resistentes, mientras que los vertidos residuales generaban brotes de escherichia coli y de pfiesteria (el protozoo que mató a mil millones de peces en los estuarios de Carolina y contagió a docenas de pescadores).También se hicieron numerosas advertencias de que la composición y dosificación del antiviral oseltamivir, producido por la empresa austríaca Roche, estaba aumentando la resistencia del virus H5N1, aumentando sus posibilidades de mutar en una cepa más agresiva y resistente aún.Todas las advertencias fueron inútiles.Granjas Carroll, en Veracruz, es un enorme criadero porcino propiedad de Smithfield Foods, la mayor empresa de cría de cerdos y procesamiento de productos porcinos en el mundo.
En su sede de Perote comenzó hace algunas semanas una virulenta epidemia de enfermedades respiratorias que afectó al 60 por ciento de la población de La Gloria. El hecho fue informado por el periódico La Jornada, a partir de las denuncias de los habitantes del lugar, quienes desde hace años llevan una dura lucha contra la contaminación de la empresa y que por ello han sido reprimidos por las autoridades. Granjas Carroll declaró que no está relacionada ni es el origen de la actual epidemia, alegando que la población tenía una gripe «común». No se hizo ningún análisis para saber exactamente de qué virus se trataba.El famoso Centro de Control de Enfermedades de Atlanta no se dio cuenta de lo que estaba pasando hasta seis días después de que el gobierno mexicano empezara a aplicar medidas de emergencia.
Las alertas emitidas desde entonces por ese Centro, y por la OMS, son gesticulaciones verbales que con suerte funcionarán como simples «recomendaciones»: hagan lo que hagan los gobiernos, no podrán limitar los efectos desastrosos desencadenados por esa fuerza ciega que es la empresa capitalista, que existe para extraer valor del trabajo humano y transformarlo en ganancia, y que no puede respetar otra ley que la de la competencia por el lucro con las demás empresas.