
La mayoría de personas y de empresas salieron de la II Guerra Mundial, en 1945, prácticamente libres de deuda y sometidas a un régimen fiscal progresivo. Los economistas anticipaban –en realidad, temían— que unos ingresos crecientes llevarían a unas tasas de ahorro más elevadas. El punto de vista más influyente fue el de John Maynard Keynes. Enfrentado a los problemas planteados por la Gran Depresión, Keynes advirtió en 1936, en su Teoría general del empleo, el interés y el dinero, de que la gente ahorraría relativamente más a medida que crecieran sus ingresos. De lo que se seguiría un descenso del gasto en bienes de consumo y la consiguiente ralentización del crecimiento de los mercados, y por ende, de la inversión y del empleo.
Desde esa perspectiva, la propensión al ahorro a partir salarios y beneficios desviaría el flujo circular de pagos entre productores y consumidores. El principal nubarrón divisable en el horizonte, según temían los keynesianos, era que la gente llegara a tal grado de prosperidad, que no gastara su dinero. Su receta para evitar tal subconsumo era que las economías se movieran en la dirección de un mayor ocio y de una distribución más equitativa del ingreso,Las actuales dinámicas del ahorro –y de la grávida deuda en que se invierten los ahorros— son harto distintas –y harto peores— que las esperadas por Keynes. El grueso de los ahorros financieros se destina al préstamo, no a la formación de capital tangible y a la industria. El grueso de la nueva inversión en bienes y estructuras de capital tangible procede de ingresos empresariales retenidos, no de ahorros que pasen por intermediarios financieros.
En tales circunstancias, mayores tasas de ahorro reflejan mayor endeudamiento. Por eso la tasa de ahorro ha llegado a caer al nivel cero. Una proporción creciente del ahorro tiene ahora su contrapartida en el endeudamiento de otras personas; no se usa para financiar nuevas inversiones directas.
Cada nueva recuperación de ciclo económico desde la II Guerra Mundial ha venido acompañada por una tasa de endeudamiento más elevada. Lo cierto es que el ahorro interfiere en el consumo, pero no como resultado de mayores ingresos y de una mayor prosperidad general. Una tasa creciente de ahorro refleja meramente el grado en que una economía subviene a sus gastos de endeudamiento. Es “ahorro” en forma de satisfacción de la deuda en una economía en proceso de encogimiento. El resultado es una distopía financiera, no la utopía tecnológica que parecía al alcance de la mano en 1945, hace sesenta y cinco años.
En vez de una economía del ocio amiga del consumidor, lo que tenemos es servidumbre por deudas.Para hacerse una idea de lo realmente opresiva que es la carga de la deuda, basta con observar que la actual tasa de ahorro de un 6,9% ni siquiera refleja el 16% de la economía que según el informe de la NIPA gira en torno al pago de intereses para sostener esa deuda, o las cargas penalizadoras que ahora reportan tanto como los intereses a las compañías de tarjetas de crédito (o los billones de dólares de los rescates gubernamentales destinados a mantener a flote este insostenible sistema). Cómo una economía puede aspirar a competir en los mercados globales de producción industrial con tamaño gasto financiero gravitando sobre el coste de la vida y cómo pueden hacerse negocios así, es asunto para tratado aparte,.
“As Incomes Rebound, Saving Hits Highest Rate in 15 Years,” The New York Times, 27 de junio de 2009.
Michael Hudson es ex economista de Wall Street especializado en balanza de pagos y bienes inmobiliarios en el Chase Manhattan Bank (ahora JPMorgan Chase & Co.), Arthur Anderson y después en el Hudson Institute. En 1990 colaboró en el establecimiento del primer fondo soberano de deuda del mundo para Scudder Stevens & Clark. El Dr. Hudson fue asesor económico en jefe de Dennis Kucinich en la reciente campaña primaria presidencial demócrata y ha asesorado a los gobiernos de los EEUU, Canadá, México y Letonia, así como al Instituto de Naciones Unidas para la Formación y la Investigación. Distinguido profesor investigador en la Universidad de Missouri de la ciudad de Kansas, es autor de numerosos libros, entre ellos Super Imperialism: The Economic Strategy of American Empire.
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